Entrar en el taller, sentir el olor del barro húmedo, el calor del horno, las formas de las piezas a medio hacer, y con el barro entre las manos, desconectar de todo y adentrarme en la obra
El barro me absorbe y me hace perder la noción del tiempo. Pasan las horas, y en silencio, mis manos, empiezan a modelar el barro; es el inicio de una nueva obra, una confesión en secreto entre el barro y yo. Mis obras son emociones, sentimientos y vivencias; transmitir lo que siento en cada momento, mientras mis manos trabajan la tierra yo puedo reír, pero también llorar.